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Hoy después de ver un corto documental de una amiga, que trataba sobre un calesitero me quede pensando. Y me di cuenta que cuando uno es chico te pasan cosas que te hacen sentir highlander.
Lo que más me acuerdo de mi época de calesita, era el dúo dinámico que hacíamos con mi hermana. Cuando llegábamos mi cara gritaba un “abran paso que llegamos” con una seguridad que poco queda de ella. Éramos la pareja perfecta. Nunca elegíamos el mismo lugar donde sentarnos, nos era indiferente siempre y cuando nos sentáramos del lado de afuera. La calesita empezaba a girar y yo ya desbordaba de orgullo. No importaba cual de las dos era, pero siempre una de las dos agarraba la sortija. No había excepción, esos detalles no se nos escapaban cuando se trataba de un trabajo en equipo. Cada una tenía su táctica, ella calculaba el momento exacto en que tenía que levantar la mano, y así no darle tanto tiempo a la maniobra de nuestro rival. Yo en cambio en cuanto lo veía se me hacia agua a la boca revoleaba los brazos con la lengua afuera a modo de desesperación.
Hace unos meses la escuche a mi hermana hablando con alguien del tema:

B: - Era un tema te digo el de la sortija. Nosotras la agarrábamos siempre siempre porque como éramos dos, si la agarraba una, mis papas tenían que comprar otro boleto y así el tipo se aseguraba un boleto más.

Fue como si me pisaran un castillo gigante de arena. Pero aprovecho este espacio para decirle a mi hermana que mas allá de que su teoría tenga lógica, yo prefiero seguir pensando que nadie podía con nosotras si estábamos juntas.

Para mi pareja mas perfecta, te amo Botona